22 de diciembre de 2016

Solsticio de Invierno

Esta entrada está inspirada en mis amigos opositores al MIR 2017.
Está inspirada en mis amigos que renunciaron a su plaza en estos meses y tienen que empezar de cero (O eso sienten) para el Mir 2018.
Está inspirada en mis compañeros que son especialistas y subespecialistas hace tiempo.
Está inspirada en mis compañeros que son residentes.
Y supongo, que también, por todo eso, también en mi.

Hay muchísimos lugares comunes en la escritura. El reto para los que escribimos es no caer allí  y decir lo dicho millones de veces con un lenguaje nuevo y fresco. Que suene en el corazón del que lo lee como agua de manantial. Claro, como pueden ver es bastante difícil. (He escrito "como agua de manantial"? Que cursi!)

Así que les pido perdón de antemano, porque sobrarán frases y clichés, pero mis habilidades no llegan a tanto.

Siempre que termina el año, por nuestra cultura de contabilizar todo y entender tácitamente que el tiempo está fijado para cada cosa, hacemos inventario. Unos más otros menos. Inevitablemente en algún momento miramos hacia atrás.

Esa misma costumbre de medir la distancia a nuestras metas en minutos y no en momentos es una trampa mortal, porque siempre estamos corriendo a no se sabe donde y siempre estamos mirando lo que nos falta. Cuando tratamos de evaluar lo recorrido, nos fijamos en cuanto queda y muy poco en lo que llevamos andado. Somos nuestro peor enemigo. Queremos ser lo que se espera que seamos y por si eso no basta, serlo cuando se espera.

Quiero cambiar.
Necesito cambiar.
(Y cada quien que piense lo que quiera respecto a sí mismo).

Si hay algo seguro, es que no vamos a vivir eternamente. También es seguro que no podemos retroceder el tiempo. Sólo podemos vivir aquí y hacer esto... lo demás sólo es melancolía.

Hay que ser muy valiente para mirarse a la cara en el espejo y ser capaz de decir que no a una especialidad que te costó tanto esfuerzo conseguir, porque sabes que no disfrutas en tu trabajo. Reconocer que no es lo que pensabas. No es lo que querías. Renunciar a un contrato asegurado por cuatro o cinco años porque decides serte fiel.

Hay que ser muy valiente para encerrarse a preparar el MIR. Para renunciar, sacrificar, esforzarse. Aislarse a veces de la vida de los otros. Hay que ser muy valiente para aprender a conocerse en ese proceso y ser capaz de parar en el autocastigo. Para mirarse como uno es. Para no sacar las cosas de contexto.

Hay que ser muy valiente para reconocer que la vocación no es lo único que importa. Para ser crítico con el sistema. Para cambiar desde adentro. Para ser fiel a ti mismo. Para decir que no. Para decir que si. Para enfrentarte a la incertidumbre y saber que hagas lo que hagas siempre habrá alguien que no estará de acuerdo, pero la única opinión  realmente importante es la de tu conciencia.

A todos, les deseo que su inventario personal sea breve y eficiente. Nos permita deshacernos de viejas heridas, traumas y fracturas del alma. Permanecer de pie, aferrados a nuestros ideales y no darnos por vencidos por mucha presión que nos rodee. Ojalá dejemos de medirnos por tiempo, seamos capaces de rescatar todo lo bueno que vamos consiguiendo. Recordar que simplemente caminamos y que este paseo es finito y tiene aseguradas muchas piedras con las que vamos a tropezar.

La noche más larga del año...el día mas corto...  


...por muy malo que sea...por muy bueno.... siempre se acaba.

Feliz Navidad a todos. Suerte en el MIR (que es muy importante la suerte, eh!). Ánimo en las decisiones.

Besos... con sabor a Síndrome de Residente.